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POLICIALES

13 de enero de 2012

Buscan a un transexual por el cuádruple crimen de La Plata

Se prostituía en la zona roja de la capital bonaerense y solía frecuentar a Susana de Bárttoli, una de las cuatro mujeres asesinadas el pasado 27 de noviembre. De acuerdo al análisis de huellas dactilares se detectó que el asesino sería portador de HIV. El transexual visitaba la casa donde se produjeron los crímenes y tras el hecho no se lo vio más.

Los investigadores del cuádruple crimen de La Plata se encuentran buscando a un transexual que se prostituía en la zona roja de la capital bonaerense y que solía frecuentar a Susana de Bárttoli, una de las víctimas. Así lo confirmaron a DyN fuentes policiales, quienes señalaron que se trata de un transexual al que apodan "La Sirenita" porque trabajaba en un prostíbulo cercano a donde fueron asesinadas las víctimas. 

Los peritos de la Asesoría de la Suprema Corte bonaerense fueron convocados por el fiscal Alvaro Garganta, para estudiar las huellas que se había encontrado en el lugar del homicidio y que determinaban que el asesino fue un hombre. Según trascendió en las últimas horas, las huellas habrían detectado que el asesino era portador de HIV, pero por eso "se están rechequeando las muestras para confirmar esa posibilidad", señalaron los voceros. 

En ese marco, los investigadores apuntaron a un transexual allegado a Susana De Bártolli, de 63 años, madre de Bárbara Santos (29), abuela de Micaela Galli (11) y ex compañera de trabajo de Marisol Pereyra (35), todas ellas masacradas en la noche del 27 de noviembre en un departamento ubicado en la calle 28 entre 41 y 42 del barrio platense La Loma. 

"Este transexual visitaba a veces la casa. También frecuentaba la calle 1 en la zona roja de La Plata y desapareció en la fecha en que se concretaron los crímenes", deslizaron los investigadores. 

Estas diligencias se realizaban en estricto secreto, mientras que también se estudiaba como otra hipótesis la posibilidad de que la masacre estuviera vinculada a prácticas religiosas. 

Lo cierto es que el fiscal Garganta se encuentra intentado direccionar la investigación, luego de que su principal sospechoso fue dejado en libertad por falta de mérito. Se trata de Osvaldo Martínez, el karateca novio de Bárbara Santos quien negó haber participado de la masacre y cuyo ADN no se detectaba en el lugar del crimen. Ese elemento fue clave para la Cámara de Apelaciones de La Plata a la hora de liberar a Martínez, mientras la investigación se orientaba a buscar al dueño del ADN que quedó en las uñas de las víctimas, el palo de amasar y los cuchillos que se usaron en la matanza. 

Tras la liberación de karateca, el fiscal Garganta fue contundente al sostener que "alguien del círculo íntimo de las victimas está mintiendo u ocultando algo" y sostuvo que el esclarecimiento del caso "depende en buena medida de que la gente que está en el círculo íntimo empiece a hablar". 

Para la Justicia no hay dudas que el asesino las frecuentaba: no hubo ingreso violento y hasta había estado tomando mate y fumando antes de la matanza, según el escenario que se encontró en la vivienda. 

Por causas que siguen siendo un misterio, en la noche del 27 de noviembre pasado, el asesino primero mató a palazos y cuchilladas a Bárbara cuando se estaba bañando, luego atacó a su madre que estaba en la cocina y desde ahí mató a la nena que, a las 23.30, intentó en vano mandar un mensaje de texto pidiendo ayuda. En ese momento llegó Marisol en un remís que conducía Marcelo Tagliaferro quien aseguró que un hombre con el torso desnudo salió de la casa luego de hacer entrar a su pasajera y le dijo que se fuera. "De alguna manera técnicamente el crimen está esclarecido, al asesino lo tenemos individualizado por el ADN, pero le tenemos que poner el nombre", dijo el fiscal.

DYN

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