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30 de enero de 2012

Cosquín 2012, balance final: el mejor "rinde"

Anoche terminó la 52ª edición del Festival Nacional de Folklore. Fueron 10 noches que dejaron mucha tela para cortar. Un balance con lo mejor, lo peor, las soprpresas y los premiados.

 

Terminó otro Cosquín y si tenemos en cuenta "el rinde", es decir el resultado obtenido respecto a lo que se había puesto en juego, sin duda fue una buena edición. Con otra larga noche en el cierre, la 52º edición del Festival Nacional de Folklore consumió sus 10 lunas y ya es recuerdo. Se fue a la memoria otro festival de Cosquín y, fiel a su naturaleza, dejó una larga serie de impresiones, que aun en las ditintas lecturas que podrían despertar, deberían ser indicativas de lo que está pasando en ese universo móvil y variado que llamamos "folklore".

Y es bastante lo que pasa en el folklore y en Cosquín. Puede ser que en la actualidad otros encuentros en torno a nuestra música sean más grandes y mejor organizados, pero la fuerza simbólica de un festival que en más de medio siglo de historia supo convertirse en la tierra prometida para folkloristas y folkloreros de cualquier condición y pelaje, custodia su vigencia. De otra manera, no se podría explicar la llegada de músicos cantores y bailarines de todas las latitudes con el anhelo de que los descubran, de artistas de variedades en busca de una cámara, de políticos con ganas de la foto que los dignifique. Cosquín es el escenario de lo posible, en el bien y en el mal. Ese es su capital.

El público. Ningún Cosquín sería posible sin el público. De esta edición hay que destacar la actitud madura de un público -o de los públicos- que en cada momento supo interpretar la variedad de las propuestas, es decir entendió que el mejor festival posible está hecho de variedad. Hay que destacar al público que aguantó largas noches y ni hablar de ese público que se bancó la lluvia.

Las delegaciones. Esta edición confirmó la importancia de las delegaciones en la dinámica de la programación. Los espectáculos son en general de calidad y equilibran música canto y danza. Las de Salta, Santa Fe, Catamarca y Córdoba estuvieron entre las mejores.

Sí se tocan. Los temas candentes de la actualidad política también fueron parte de este Cosquín. La lucha de los pobladores de Famatina en resistencia a la minera canadiense, avivó varios debates. En primer lugar impulsó el compromiso de numerosos artistas que desde el escenario adhirieron a la lucha, pero además amplió el tema de la minería a cielo abierto otras reivindicaciones como la de los pueblos originarios, de los campesinos contra los desmontes y los agrotóxicos. La marcha organizada por organizaciones sociales, muchas nucleadas en la Unión de Asambleas Ciudadanas, que el sábado a la noche atravesó Cosquín en defensa del ambiente fue realmente grande. Eso habla de la sensibilidad hacia el tema, sobre todo en estos valles en los que escasea el agua.

El baile de la revancha. "La Mona" Jiménez pudo completar la actuación interrumpida por disturbios en 1988. El más popular de los cordobeses ofreció un show de los suyos, hizo bailar a una plaza repleta y coronó una noche reivindicatoria de su figura y de su público. Detrás de esta actuación queda el interrogante de si se trata de una simple revancha o de el inicio de un diálogo entre el cuarteto y el folklore.

La taquilla de los taquilleros. Cosquín es siempre una prueba para la relación de los artistas más vendedores con su público y en esta edición ninguna noche estuvo por debajo del 60 por ciento de ocupación de la plaza. Un dato interesante. Entre otras cosas, quedó en claro que Jorge Rojas es el más taquillero de la actualidad. En la noche de Rojas, la del jueves, se vendieron el 95 por ciento de las localidades, mientras que en la del Chaqueño, la inaugural, que contó también con Eleonora Cassano, se cortaron el 80 por ciento de los tickets. El mismo porcentaje de Soledad, el viernes, y Los Nocheros, el sábado.

La poesía siempre vuelve. La presencia del poeta ecuatoriano Antonio Preciado, marcó el regreso de la palabra dicha al escenario Atahualpa Yupanqui. Desde las épocas de Jaime Dávalos, Manuel Castilla, Hamlet Lima Quintana y Armando Tejada Gómez, que no subía un poeta sin más arma que sus versos. Un verdadero lujo en esta edición de Cosquín.

Cantidad de artistas. Cada noche estuvo superpoblada de artistas, muchos de ellos con más amigos influyentes que condiciones para subir a un escenario como el de Cosquín. Esto denota la falta de un criterio preciso de selección o por lo menos de un filtro. Lo de las noches largas es una de las mejores cosas que le pueden pasar al festival, en la medida que tengan su público; pero noches largas y con propuestas artísticas poco atractivas, sería nivelar para abajo y abonar el sistema de acceso por "acomodo" de aquellos que al final de cuentas ocupan el lugar que podrían ocupar otros con más credenciales artísticas a su favor.

Más postales. Muchas postales más deja esta 52ª edición de Cosquín: Bruno Arias y un ballet de coyas sacudiendo la plaza con alegría crgada de sentidos; Miguel Ángel Estrella y el ballet Lo lamento por la baldosa rindiendo homenaje a las Madres de Plaza de Mayo; Teresa Parodi presentando su nuevo disco con invitados; Arbolito sacudiendo el cansancio de la madrugada; Eleonora Cassano elevando a Cosquín en cada uno de sus saltos; Pancho Cabral chayando con rica y digna harina de su costal; Jorge Rojas enamorando a una plaza llena; Abel Pintos enamorando desde un lugar nuevo para el folklore; Peteco Carabajal y un grupo de militantes de la alegría desafiando al frío de la madrugada, después de haber resistido a la lluvia durante toda la noche del lunes; Coplanacu que abrió la noche del lunes bajo la lluvia; Juan Falú el miércoles, en la noche más redonda del festival, logró conmover una vez más apostando a la sensibilidad, la gracia y el silencio.

Los premiados
Según el poco convincente criterio de dejar el juicio en manos de la reacción de la plaza, el premio Consagración este año fue para Alma de Luna, conjunto insignia de la categoría FAP (Fuerte al pedo). Los muchachos de Venado Tuerto aquerenciados en Córdoba se habían candidateado seriemente después de la actuación del domingo pasado, cuando la plaza ovacionó sus versiones de clásicos. De este modo el premio queda en Córdoba y se interrumpe una seguidilla de premios Consagración a artistas salteños, maestros en esta tradición del folklore FAP. El premio Revelación, que se otorga a los ganadores del Pre Cosquín, fue para Milena Salamanca, excelente cantora platense, dueña de una voz profunda y de buen color y, con sólo 18 años, de una notable gracia interpretativa. La Consagración a la trayectoria fue para Juan Carlos Baglietto, que el viernes protagonizó una inmejorable apertura de la noche junto a Lito Vitale. El Camín de oro, el premio que se entrega a las grandes figuras del folklore, este año fue para Alfredo Ábalos y Los Visconti.

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Comentarios

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victor chenna

Comentario
grande martin que nota la de hoy

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