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INTERES GENERAL

6 de julio de 2014

La Unesco declaró patrimonio mundial a las enigmáticas esferas de Costa Rica

Perfectas en sus formas, su número, tamaño y densidad, las piedras del Diquís miden de entre 70 centímetros y 2,57 metros de diámetro y pueden pesar hasta 16 toneladas.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) ha declarado como Patrimonio Mundial Cultural de la Humanidad a las casi doscientas esferas de piedra situadas en el delta del Diquís, al suroeste de Costa Rica. Perfectas en sus formas, su número, tamaño y densidad, miden de entre 70 centímetros y 2,57 metros de diámetro y pueden pesar hasta 16 toneladas. Su fabricación, utilización y significado todavía siguen siendo todo un misterio.

   Según un comunicado oficial de la Unesco, estos vestigios arqueológicos son “testimonios excepcionales de los complejos sistemas sociales, económicos y políticos imperantes entre los años 500 y 1.500 de nuestra era”. Además, las esferas han salido indemnes al saqueo gracias a que permanecieron enterradas durante siglos bajo gruesas capas de sedimentos.

   Las monumentales esferas de piedra han dado pie a múltiples teorias que intentan averiguar cuál es el origen de estos vestigios arqueológicos. Para algunos, son la prueba de que la Atlántida, la mítica isla-continente descrita por el filósofo griego Platón, estuvo en América. Esta teoría, apuntalada por los antropólogos Ivar Zapp y George Erikson, es una de las muchas que tratan de explicar el origen y la función de los restos precolombinos ahora protegidos por la Unesco.

   Según Zapp y Erikson, las esferas encontradas hasta ahora fecha son la evidencia de que en el delta del Diquís, al suroeste del país, se asentó una sofisticada civilización marítima. En su investigación La Atlántida en América explican que ésta desarrolló una escuela de navegación, para la cual las piedras esféricas constituían un importante instrumento. Gracias a ellas, los marineros podían orientarse y conocer las rutas del mar.

   De hecho, basados en la alineación de algunas esferas, los antropólogos afirman que éstas señalaban otros sitios megalíticos, como las Columnas de Hércules (Gibraltar), las pirámides de Egipto, Stonehenge (Inglaterra) y la Isla de Pascua. Y sugieren así que los supuestos atlantes tuvieron relación con otras civilizaciones más allá de su continente.

   Según la cosmogonía bribri, uno de los grupos étnicos más numerosos de Costa Rica, compartida por cabécares y otras etnias ancestrales de América, el dios del trueno Tara lanzaba estas esferas de piedra a los serkes (dioses de los vientos y los huracanes), con la ayuda de una inmensa cerbatana, para alejarlos de esas tierras.

   Otras creencias, como la que aseguraba que las esferas guardaban oro y piedras preciosas en su interior, llevaron a la destrucción de muchas de ellas.

   Hasta hay quien afirma que fueron los extraterrestres quienes las pusieron en la región costarricense, argumentando que el material del que están hechas, granito, roca sedimentaria y andesita, no se encuentra en el delta del Diquís.

   “Son creencias basadas en la especulación”, sostiene John Hoopes, antropólogo designado por la Unesco para evaluar si las esferas ameritaban ser sujetas a protección.

   Frente a eso, el profesor de antropología de la Universidad de Kansas (EEUU) indicó a BBC Mundo cuál es la explicación con más sustento. Según Hoopes, hay que buscar el origen de las esferas en las ancestrales técnicas de pulido inspiradas en la erosión natural de las piedras. “Aunque esta teoría aún no ha sido totalmente articulada y la evidencia que la apoyaría sigue siendo circunstancial”, aclaró, cauto. “Los indígenas observaron cómo las fuerzas de la naturaleza pulieron las rocas y quisieron emularlo con sus técnicas”. Con el tiempo y la práctica, esto derivó en formas tan perfectas como las de las esferas del Diquís.

   Hoopes apoya la teoría de que señalan el lugar en el que se encontraba una residencia, probablemente de miembros de la alta sociedad de la época. Según el antropólogo, existen evidencias de ello en la Finca 6, uno de los cuatro yacimientos en los que se han encontrado las esferas. Y cree que comenzaron a usarse en torno al año 500 a.C., “en tiempos en los que la organización de las sociedades indígenas se tornó compleja y sofisticada”.

   La existencia de las esferas de piedra se conoce desde 1939, cuando la compañía bananera estadounidense Standard Fruit Company empezó a deforestar el delta del Diquís para cultivar bananeros.

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