PAPA FRANCISCO
23 de septiembre de 2013
El desafío del Papa
La Iglesia ya cumplió con el objetivo de tener un Papa Latinoamericano. Ahora tendrá que aprender a convivir con él.
Antes de la designación de Jorge Bergoglio, el Vaticano tenía el desafío de elegir a un Papa que lograra reforzar la relación con los fieles. El objetivo se cumplió. Ahora, la Iglesia tiene el desafío de aceptar tener una Papa como Francisco.
Hasta ahora, nadie pensó que iba a avanzar en los temas y en los cambios que propuso. Sólo que ser lationamericano parecía ser suficiente para las aspiraciones de una Iglesia que reclamaba una renovación, pero sin sacudir sus bases conservadoras.
La entrevista concedida por el Papa a una revista jesuita durante la última semana permitió ver por primera vez desde dentro el alma del pontífice, su personalidad, su estilo de gobierno y su proyecto de pontificado, marcado por la apertura inédita en cuestiones como la homosexualidad o el aborto.
El Papa, que advierte que las reformas internas no son su mayor prioridad, considera en cambio que la Iglesia debe cambiar urgentemente de "actitud" y dejar de ser tan belicosa sobre temas como el aborto, la homosexualidad, los anticonceptivos, los divorciados.
"No podemos seguir insistiendo sólo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos", dijo, rompiendo con las tradicionales posiciones rígidas del pasado y defendiendo lo que llamó "caminos nuevos".
"Rompe con las condenas de Juan Pablo II y Benedicto XVI", sostuvo el vaticanista Marco Politi, al recalcar que Francisco no pone en cuestión la tradicional doctrina de la Iglesia. "Ya conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar", explica el Papa en la entrevista.
Al invitar a los curas a que "acompañen con misericordia" a los homosexuales, a las mujeres que han tenido que abortar, a los divorciados que se vuelven a casar, a aquellos que no quieren tener hijos y usan el preservativo o la píldora, para "curar heridas" y "consolar corazones" y no tanto para condenar, reprobar y castigar, Francisco propuso una suerte de revolución interna.
En la entrevista, publicada simultáneamente por 16 semanarios de la Compañía de Jesús en todo el mundo, Francisco defendió también una mayor autoridad para la mujer en la Iglesia ("María es más que los obispos", "la mujer debe estar donde se ejercita la autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia"), así como más colegialidad o democracia interna, con un gobierno menos centralizado, transformando el modelo de los sínodos.
"Es probable que al relanzar de una manera tan fuerte los principios del Concilio Vaticano II, se desate una ola de
protestas dentro de la Iglesia contra las enseñanzas del pontífice", advirtió en un editorial en el diario Il Corriere
della Sera el veterano vaticanista Luigi Accattoli. "Francisco representa las mayorías silenciosas de la Iglesia, es decir a la mayoría moderada que no quiere cambiar las enseñanzas, pero sí el tono", explicó por su parte el vaticanista
estadounidense John Allen, convencido de que el Papa latinoamericano perderá el apoyo de los sectores más conservadores.
Además, la confesión inédita, clara y abierta, en la que se define como "no de derechas", le costará antipatías y simpatías en muchos países y medios políticos. Sí en Estados Unidos probablemente perderán fuerza las campañas contra el aborto y el matrimonio gay, es posible que los sectores más reformistas y liberales presionen para que se autorice la comunión para los divorciados que se vuelven a casar y el sacerdocio femenino.
El célebre teólogo disidente suizo Hans Kung pidió al Papa argentino en una columna publicada por la prensa italiana este viernes que tome las medidas que considera "necesarias".
Al abandonar el rigor en asuntos sexuales -sin dejar de condenar el aborto como lo hizo este viernes- y hablar con un lenguaje simple, comprensible, distante de los discursos oficiales, el Papa cumple otra pequeña revolución, dirigida sobre todo a los jóvenes.
"Aquel que hoy buscase siempre soluciones disciplinares, el que tienda a la seguridad doctrinal de modo exagerado, el que busca obstinadamente recuperar el pasado perdido, posee una visión estática e involutiva. Y así la fe se convierte en una ideología entre tantas otras", advirtió, en lo que podría llamarse su entrevista-manifiesto contra los sectores ultratradicionalistas.
Un Papa que sabe escuchar, un Papa que apela a la misericordia, un Papa que habla de curar heridas, que abre las puertas de la Iglesia en lugar de cerrarlas, se parece más a un pastor o a un cura de un barrio que a cualquiera de sus antecesores.
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