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INTERNACIONALES

19 de febrero de 2014

Venezuela: opositor se entrega en medio de protestas pacíficas

El dirigente opositor tenía orden de captura al ser acusado por el Gobierno de Maduro como el instigador de las movilizaciones estudiantiles que terminaron con tres muertos la semana pasada.

El líder opositor venezolano prófugo Leopoldo López se entregó este martes a la policía, en una jornada marcada por manifestaciones pacíficas, a favor y en contra del gobierno, tras dos semanas de protestas estudiantiles y violentos desbordes. En una concentración antichavista en el acomodado sector este de Caracas, López -que busca forzar una salida anticipada del presidente Nicolás Maduro- irrumpió en el mitin, dirigió un mensaje y se entregó a la policía, que lo buscaba por cargos de homicidio durante los desmanes que dejaron tres muertos la semana pasada. 
En el Palacio de Gobierno y frente a la manifestación oficialista de trabajadores petroleros, Maduro dijo que "este jefe político de la derecha venezolana ya está en manos de la fiscalía para responder por sus llamados a la sedición". "En las próximas horas el Ministerio Público presentará ante el Tribunal al ciudadano Leopoldo López, con la garantía de todos sus derechos", escribió de su lado la fiscal Luisa Ortega Díaz en su cuenta en Twitter.
El dirigente opositor debía ser trasladado a una cárcel militar fuera de Caracas y será presentado al mediodía del miércoles ante el tribunal, informó a su vez su partido Voluntad Popular. López "pernoctará esta noche ilegalmente en la cárcel de Ramo Verde", señaló la agrupación.
Las marchas opositora y oficialista marcaron un clímax luego de dos semanas de protestas universitarias iniciadas en San Cristóbal (cerca de la frontera con Colombia) en reclamo por la inseguridad y que fueron creciendo en magnitud, extendiéndose a todo el país e incorporando reclamos por la inflación, desabastecimiento y detenciones de estudiantes.
Las manifestaciones, que tuvieron desbordes violentos, habían sido calificadas por el presidente como "un golpe de Estado en desarrollo". Oficialistas y opositores se habían reprochado la temeridad de convocar para este martes dos marchas que podían toparse en un país altamente polarizado y que tiene todavía presente abril de 2002, cuando una manifestación opositora hacia el palacio presidencial derivó en un sangriento golpe de estado que derrocó brevemente al entonces presidente Hugo Chávez.

"JUSTICIA INJUSTA" 
Alrededor de 10.000 opositores vestidos de blanco congregados en Plaza Brión recibieron como a un héroe al líder de Voluntad Popular, Leopoldo López, cuando llegó desafiando una orden de captura. Con una bandera venezolana en sus manos, López trepó a una estatua del prócer cubano José Martí e instó a sus seguidores a "construir una salida a este desastre".
"Si mi encarcelamiento vale para el despertar de un pueblo, (...) valdrá la pena mi encarcelamiento infame. Me presento ante la justicia injusta, ante una justicia corrupta", agregó el dirigente antes de dirigirse a guardias para entregarse. La multitud intentó impedir el paso del vehículo que llevaba a López, quien personalmente, y con un megáfono policial, pidió a sus simpatizantes que dejaran actuar a los uniformados.
López, un economista de 42 años educado en Harvard y con dilatada carrera política, estaba oculto desde que el gobierno pidió su captura por los desmanes del miércoles pasado. El y otros dirigentes impulsan bajo la consigna "La salida" la táctica de ocupar las calles para oponerse al gobierno de Maduro, electo en abril de 2013, y forzar un "cambio constitucional".
Cerca de allí una joven llevaba una pancarta con la leyenda: "24.763 muertes violentas en 2013. Somos más que sólo cifras". La marcha opositora no estaba autorizada y las autoridades desplegaron un fuerte dispositivo antimotines que impidió a los manifestantes avanzar, como era su propósito, hacia el ministerio de Justicia, cerca del Palacio de Gobierno. 

MAREA ROJA
A la misma hora y a sólo kilómetro y medio una multitud de trabajadores petroleros -que fuentes independientes estimaron en más de 10.000-, con los colores oficialistas, iniciaron una marcha de cinco kilómetros hacia el Palacio de Gobierno encabezados por el vicepresidente de temas económicos, Rafael Ramírez. La manifestación fue convocada para que los petroleros entregaran a Maduro un contrato colectivo de trabajo, calificado por los gremialistas como muy positivo.
En su discurso ante sus simpatizantes, Maduro criticó con dureza a los presidentes de Chile, Sebastián Piñera, y de Colombia, Juan Manuel Santos acusándolos de inmiscuirse en asuntos internos venezolanos. "¡Ya basta carajo!. ¡Ya basta de que se metan en los asuntos interno de nuestra patria!", dijo.
La tensión por las marchas puso a Venezuela en el punto de mira de la comunidad internacional y varios gobernantes apoyaron a Maduro, mientras organizaciones internacionales como Celac y Unasur y países como México y Panamá exhortaron a resolver las diferencias mediante el diálogo.

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